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MUSEOS Y MÁS ALLÁ

People Viewing Art

Querido navegante cultural, bienvenido a MUSEOS Y MÁS ALLÁ, donde te sumergirás en un universo de conocimiento cultural y arte. Descubre las últimas noticias y conceptos sobre museos de una manera fresca y dinámica. ¿Empezamos?

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De las cámaras de las maravillas a los Museos Contemporáneos 

​​DEFINiCIÓN DEL CONCEPTO

Las Cámaras de las Maravillas o Wunderkammer (término alemán que significa: "gabinetes de curiosidades") eran unos espacios dedicados a la recolección y sobretodo a la exhibición de objetos extraordinarios y curiosos durante los siglos XVI y XVII en toda Europa. Estos gabinetes solían pertenecer a nobles, eruditos, científicos o coleccionistas, los cuales reunían elementos del mundo natural como fósiles, plantas o animales disecados entre otros muchos. En resumen: artefactos creados por el ser humano (herramientas, joyas etc.) y obras de arte. Los objetos se organizaban sin un criterio rígido y combinaban lo científico, lo artístico y lo fantástico, esta era la gracia de los también denominados "gabinetes de curiosidades". 

La razón o mejor dicho, el propósito de estas Cámaras de las Maravillas era tanto el deleite estético de los espectadores como su estudio, ya que reflejaban el conocimiento de la época y el deseo de comprender el mundo, que conllevaba a su vez el placer por descubrir lo exótico en un tiempo donde no era tan común como lo es hoy en día encontrar objetos de tan diversa índole.Podemos decir que en gran parte, estas cámaras han sido predecesoras de los museos modernos, pero con un enfoque más ecléctico y mucho más personal.​

NOTICIA Y REFLEXIÓN PERSONAL 

El artículo "Gabinetes de curiosidades: Del coleccionismo de objetos insólitos a los museos contemporáneos" (que podéis encontrar clicando en la parte inferior derecha en "VER NOTICIA") de Marta Parra nos sumerge en la amplia y rica historia de los gabinetes de curiosidades, que en su época de apogeo (siglos XVI y XVII) eran verdaderos espacios de asombro. Estos espacios privados, donde príncipes y nobles exhibían objetos exóticos y raros, no solo ofrecían un vistazo al mundo, sino que también sentaron las bases de lo que hoy día entendemos por museo. Es con la llegada de la Ilustración, cuando estos gabinetes evolucionan hacia instituciones de verdadero conocimiento, donde el placer de conocer lo exótico ya no es lo primordial sino que se presenta en un plano secundario y se  promueve la curiosidad por las ciencias y la educación de la gente. 

Reflexionando sobre este larguísimo viaje desde las primeras Wunderkammer alemanes  hasta lo que conocemos hoy en día como museos contemporáneos, me pregunto cómo el impulso de descubrir lo desconocido sigue tan vivo en nuestra era digital. Mientras que los gabinetes del pasado eran una mezcla de arte, ciencia y rarezas varias, los museos modernos han comenzado a adoptar tecnologías interactivas para recrear esa misma sensación de asombro y descubrimiento. En un mundo saturado de información y artificialidad, lo efímero es aquello que (por gracia o desgracia)  predomina y,  los museos nos están recordando la importancia de lo tangible y lo experiencial. En cierto modo, es paradójico pensar que el conocimiento moderno aunque sea de tan fácil acceso ya no nos proporciona la misma capacidad de asombro. Con esto quiero decir, que el asombro - tal y cómo explica el filósofo contemporáneo Zigmund Bauman - ha quedado "diluido", en una especie de "estado líquido". Ante esta nueva paradoja que plantea el conocimiento moderno, resulta de vital importancia buscar formas en que los objetos nos vuelvan a resultar asombrosos. Por ello, exposiciones cómo la del Museo de Zaragoza o el MOCO museum aquí en Barcelona, nos conectan de nuevo con el mundo exterior. La similitud y a la vez, importancia de los museos contemporáneos es que nos inviten a detenernos un segundo y observar todo aquello que nos rodea, haciendo así una reflexión de lo que vemos, desconectando de las pantallas, la instantaneidad de internet y la efimeridad que tiene la belleza hoy en día. Una de las herramientas más poderosas que tenemos a nuestra disposición para invitar a l reflexión es: la interactividad.  Por ejemplo, el uso de realidad aumentada en exposiciones permite que los visitantes no solo vean, sino que también "interactúen" con los objetos, creando experiencias memorables y sobretodo duraderas. Esto nos lleva a reconsiderar cómo valoramos el conocimiento. ¿Estamos, acaso, redescubriendo la necesidad de una conexión más profunda con el mundo físico? En un contexto donde la experiencia se ha convertido en un bien efímero, quizás la verdadera riqueza se encuentre en esas pausas para maravillarnos con lo extraordinario. Y sin duda las cámaras de las maravillas han sido un buen precedente que asientan las bases para un asombro veraz, es decir, fuera de la pantalla y que no sólo nos impacte durante unos segundos, sino que pueda persistir para siempre en nuestras memorias. Finalmente, me pregunto yo: ¿no es esto a lo que aspira realmente el arte? a generar una sensación que nos permita mantenerla en el recuerdo de una manera perdurable.

La relación que Parra nos intenta inculcar entre los gabinetes de curiosidades y los museos contemporáneos es que el conocimiento y la curiosidad son motores eternos de la humanidad, y que en nuestra vida cotidiana, donde el "scroll" infinito y la inmediatez casi asfixiante han tomado el control, el museo se presenta como un refugio donde se puede apreciar el arte y la historia de una manera más contemplativa y menos "instagrameable". Quizás el verdadero tesoro no resida solamente en los objetos, sino en cómo estos nos inspiran a ver el mundo con nuevos ojos. En este sentido, queridos lectores de Museos y Más Allá, os pregunto ¿es este el futuro del museo? las respuestas son múltiples y desde luego subjetivas pero, para mí, quizás un retorno a lo tangible y una reinvención de aquello que hemos perdido sería recobrar el misterio y el sentido de lo asombroso. Una invitación quizás, a rememorar que lo maravilloso, lo increíble o lo mágico, a menudo, se puede encontrar en lo más simple y meramente cotidiano. 

                                                                                                                                  Autora: Elisabeth Orejas Ramón

 

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EL ABUSO PATRIMONIAL, EL LADO OSCURO DEL PROGRESO.

¿ QUÉ ES EL ABUSO PATRIMONIAL?

El abuso patrimonial es un término aplicable a muchos ámbitos, y debemos de distinguir bien de qué hablamos exactamente al referirnos a "abuso patrimonial" en el mundo del arte. Éste, se refiere a la explotación o destrucción de bienes culturales, incluyendo (entre muchos otros) obras de arte, monumentos y sitios históricos, que forma parte del patrimonio de una comunidad o de un Estado. Este abuso puede manifestarse de varias formas, como por ejemplo:  la venta de obras a coleccionistas privados sin el consentimiento de las comunidades que poseen ese patrimonio, la destrucción de sitios culturales por desarrollos urbanos, o el saqueo de arte en tiempos de conflicto.

Un caso notable de abuso patrimonial es el saqueo de museos y sitios arqueológicos durante conflictos bélicos, como ocurrió en Irak después de la invasión de 2003. El Museo Nacional de Irak fue saqueado, y miles de piezas de arte y antigüedades fueron robadas o destruidas, lo que representó una pérdida irreparable para la cultura y la historia iraquí. A pesar de los esfuerzos por recuperar algunas de estas piezas, muchas siguen desaparecidas y se estima que han sido vendidas en mercados de arte ilegales alrededor del mundo.

Este tipo de abuso patrimonial no solo priva a las comunidades de su historia y su identidad cultural, sino que también afecta al conocimiento y la comprensión del patrimonio humano en su conjunto, es por eso, que la lucha por proteger estos bienes culturales se debe de convertir  en una prioridad para nosotros; los amantes del arte, y debemos luchar por la conservación del patrimonio tanto a nivel local como global, porque el arte no solo determina la identidad cultural de un lugar sino de nuestro mundo y nuestra historia. 

NOTICIA Y REFLEXIÓN PERSONAL

Stefan Dege, autor de la noticia que comentaremos a continuación (la cual podéis ver clicando sobre "ver noticia" en el apartado inferior de la derecha)  nos habla acerca de la  situación en Sudán. Dicha situación no es más que un buen  recordatorio de que el abuso patrimonial no es solo un problema local, sino una amenaza a nivel global que puede afectar a todas las comunidades del mundo. La destrucción de la herencia cultural no solo priva a las generaciones futuras de su historia, sino que también borra la conexión de las personas con su propia identidad.

Y, queridos lectores, esto me hace suscitar dos cuestiones. En primer lugar, ¿un hombre que pierde su cultura, la raíz de sus orígenes y la esencia de su comunidad, acaso no pierde una parte de sí mismo? y, por otro lado y - citando al memorable  Jorge Ruiz de Santayana-: ¿No es cierto que un hombre que olvida su pasado está condenado a repetirlo?. Reflexionar sobre estas cuestiones nos dará lugar a tantas preguntas como respuestas, pero a pesar de las diversas reflexiones a las que podamos llegar, y a las diversas connotaciones tanto positivas como negativas que entraña la historia, creo que es de común menester y acuerdo que para bien o mal, la historia nos conforma como seres y nos hace, por encima de lo bueno o lo malo que haya ocurrido, ser quienes somos como parte de este engranaje al que denominamos "sociedad".  

Retomando la noticia, observamos que Sudán ha sido escenario de una crisis significativa en cuanto a su patrimonio cultural. Según dicho artículo, el conflicto actual ha llevado a la devastación de importantes sitios arqueológicos y museos, poniendo en riesgo un legado que ha existido durante milenios. La violencia en Sudán solo ha hecho que propiciar el saqueo de estos lugares, resultando en la pérdida de valiosos bienes culturales que son una inmensa parte de la identidad sudanesa.

 

La noticia sobre la devastación del patrimonio cultural en Sudán plantea cuestiones que trascienden fronteras y épocas. En mi blog, Museos y Más Allá, considero que la protección del patrimonio cultural no es solo un deber de los gobiernos, sino una responsabilidad compartida por la humanidad en todo su conjunto. Este tipo de crisis me lleva a reflexionar sobre lo profundamente interconectados que están el patrimonio y la identidad colectiva y en cómo la violencia y los conflictos no solamente destruyen infraestructuras físicas como bien pueden ser un edificio histórico o un cuadro sino que además desgarran el tejido cultural que une a las sociedades con su pasado y por supuesto, con su presente y futuro. En el caso de Sudán, el saqueo y la destrucción de sitios arqueológicos y museos representan una pérdida irreparable. No se trata únicamente de piedras o reliquias, sino de testimonios de civilizaciones antiguas que ayudan a los sudaneses a mantener un vínculo con sus ancestros.

Pero esta situación también nos invita a reflexionar sobre cómo la pérdida de un legado cultural afecta a nivel personal y colectivo. ¿Qué sucede cuando una comunidad se ve despojada de sus raíces? La historia, al igual que la cultura, no es solo una serie de hechos almacenados en archivos o en las  vitrinas de un museo; es un espejo en el que nos miramos todos nosotros para entender quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Si este espejo se rompe, corremos el riesgo de perder una parte vital de nuestra identidad.

La frase de Jorge Ruiz de Santayana, "Quien olvida su historia está condenado a repetirla", resuena especialmente en este contexto. La destrucción del patrimonio no solo borra el pasado, sino que nos priva de las lecciones que podrían prevenir errores futuros. En Sudán, como en tantas otras regiones en conflicto, el patrimonio cultural no es un recurso renovable, puesto que una vez destruido ya no puede ser replicado. Y aquí no hablo del hecho de rehacer un objeto, puesto que como bien sabemos todos nosotros, vivimos en una sociedad en que es fácil reponer las cosas; tenemos medios que hacen del calco casi una ciencia. Pero, la historia de ese objeto, el porqué del mismo, es algo que por más que avance la tecnología jamás podrá restituirse. 

Por último, me pregunto si el fenómeno de la globalización, sobretodo la digitalización que ha conllevado a nivel internacional, está acelerando este tipo de amenazas al patrimonio. Las comunidades locales están luchando por mantener vivas sus tradiciones y memorias en un mundo donde lo inmediato y lo digital parecen primar sobre lo duradero. Así como Sudán enfrenta esta crisis, ¿qué otras culturas están en peligro de perder sus raíces por la misma inercia global? nosotros vemos muy lejano este conflicto, solo nos llega una pequeña salpicadura de este drama y pensamos que es prácticamente imposible que llegue a nosotros, pero quizás con el tiempo, será a ellos a quienes simplemente salpicará y seremos nosotros los que nos ahoguemos. El mundo, el arte,la literatura  y sobretodo la historia nos recuerdan que no hay nada más impredecible que el propio hombre por eso, sería de ilusos pensar que algo así "jamás me pasará" porque lo mismo hemos pensado muchas otras veces y en 2019 con la pandemia del COVID pudimos ver que efectivamente; a mi, a ti, a "nosotros" nos puede pasar.   

En un momento en que la tecnología y el progreso tienden a homogeneizar el mundo, preservar las diferencias y matices culturales se convierte en un acto de resistencia y a la vez de solidaridad y, más aún, de reafirmación de nuestra humanidad. ¿Estamos preparados para asumir este reto colectivo, o seguiremos viendo cómo se apagan las luces de nuestra herencia común?

                                                                                                                                 Autora: Elisabeth Orejas Ramón. 

TALLER DE LEGISLACIÓN

 

  1. Breve presentación del caso: 

 

En el año 2023, arqueólogos israelíes descubrieron los restos de un barco hundido hace 3.300 años a una gran profundidad en el Mediterráneo oriental, cerca de la costa de Israel. Este pecio, cargado con ánforas cananeas de la Edad del Bronce Final, ha revelado nueva información sobre las capacidades de navegación de las civilizaciones antiguas. Sin embargo, este descubrimiento plantea importantes cuestiones legales relacionadas con la posesión, protección y conservación de este patrimonio cultural subacuático.

 

Legislación española/ autonómica vigente aplicable al caso: 

 

En España, la Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico Español[1] regula la protección del patrimonio cultural subacuático, siguiendo también las directrices de la Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático (2001[2]), a la que España está adherida. En esta convención aprobada el 2 de noviembre de 2001 tiene como objetivo mejorar la eficacia de las medidas a nivel internacional, regional y nacional para preservar el patrimonio cultural subacuático. Se establece que: “este patrimonio incluye todos los rastros de existencia humana con valor cultural, histórico o arqueológico que hayan estado bajo el agua durante al menos 100 años. Esto abarca sitios, estructuras, objetos, restos humanos, buques, aeronaves y otros medios de transporte, así como su carga y contexto arqueológico y natural.”

En el artículo primero de la Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico Español, se establece que su objetivo es proteger, incrementar y transmitir el Patrimonio Histórico a las futuras generaciones. Este patrimonio incluye bienes inmuebles y muebles con valor artístico, histórico, arqueológico, científico, técnico, o etnográfico, así como yacimientos, zonas arqueológicas, sitios naturales y bienes culturales inmateriales. Los bienes más relevantes deben ser inventariados o declarados de interés cultural según lo previsto en la ley. Esta ley establece que cualquier hallazgo arqueológico en aguas territoriales españolas es de dominio público, quedando bajo la protección del Estado, y en el propio artículo dos de la misma ley, se expresa que la Administración Pública“de conformidad con lo establecido en los artículos 46 y 44, 149.1.1, y 149.2 de la Constitución” debe proteger, conservar y promover el acceso a estos bienes por parte de los ciudadanos.  Asimismo, cada comunidad autónoma tiene competencias para la gestión y conservación del patrimonio, como, por ejemplo, en Cataluña, la Ley 9/1993 de Patrimonio Cultural Catalán[3], que garantiza la protección de estos bienes en el ámbito autonómico. En el artículo primero de dicha ley se expresa el objeto del mismo: “El patrimonio cultural catalán está integrado por todos los bienes muebles o inmuebles relacionados con la historia y la cultura de Cataluña que por su valor histórico, artístico, arquitectónico, arqueológico, paleontológico, etnológico, documental, bibliográfico, científico o técnico merecen una protección y una defensa especiales, de manera que puedan ser disfrutados por los ciudadanos y puedan ser transmitidos en las mejores condiciones a las futuras generaciones.”

 

Puntos clave y soluciones 

 

Tal y como hemos podido observar, la legislación acerca de la conservación y protección de estos bienes de valor cultural es muy extensa, aún más cuando se trata de un bien que puede pertenecer a varios territorios. 

En mi opinión uno de los puntos más importantes a tratar en este caso sería las disputas de posesión entre varias partes actoras, en este caso; Israel, al estar el pecio cerca de su costa, podría reclamar la propiedad, ya que su Autoridad de Antigüedades está involucrada en el estudio. Otros países como Chipre, Grecia y Turquía, con costas en la región y conexiones históricas, podrían mostrar interés. Además, países como Líbano, Siria y Palestina, vinculados a la antigua civilización cananea (a la que pertenecen las ánforas encontradas según lo que han podido demostrar los expertos), podrían reivindicar su relación cultural y, por lo tanto, pedir estos objetos como parte de su patrimonio histórico y cultural. También podría haber algún interés económico por parte de la empresa británica Energean, que lo descubrió, aunque normalmente no poseen derechos sobre los bienes culturales.

 

La solución no es nada sencilla, puesto que como hemos visto hay muchos actores y muchos focos de interés. Algunas soluciones que se podrían dar a este caso serían, por ejemplo, establecer acuerdos de cooperación entre Israel y el resto de los países interesados en la conservación de dicho patrimonio cultural subacuático o aplicar los principios de la Convención de la Unesco anteriormente mencionada. Además de, lógicamente, implementar varias medidas de vigilancia para la prevención del expolio y sobre todo para asegurar la integridad del sitio arqueológico hallado. 

En la Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático (2001) se promueve la cooperación entre los diferentes países, pero, sobre todo favorece y fomenta que los bienes se preserven in situ. Finalmente, en un artículo[4] de arqueología que he encontrado acerca de este hallazgo, podemos ver que la solución que se ha acogido ha sido la de colaborar entre Energean y la Autoridad de Antigüedades de Israel para conservar el pecio y en última instancia Israel será quien tome la posesión y propiedad de dichos objetos con la finalidad de exhibirlos en el Campus Arqueológico de Israel, para permitir al público conocer la historia de este hallazgo y agradecer a Egean la dedicación para la conservación de este valioso naufragio. 

 

Valoración personal 

 

Este gran descubrimiento que como bien indica la noticia “cambia la historia de los mares” trasciende de lo que todo el mundo puede observar a primera vista, es decir, lo meramente arqueológico porque nos invita a todos nosotros a reflexionar sobre la fragilidad de la riqueza del legado humano. Vivimos en una sociedad en la que, debido a la globalización y a la alienación constante del trabajo, nos hemos distanciado de las cosas verdaderamente importantes. Este hallazgo nos recuerda que estamos ínfimamente ligados entre sí, nos conecta, a un pasado lejano con aquellos que nos precedieron. Este pecio, representa no solo un objeto de estudio, sino un testimonio tangible de las aspiraciones, sueños y temores de las civilizaciones antiguas. Como bien decía el autor de la notica, estas ánforas estaban cargadas de alimentos cotidianos que nos recuerdan de algún modo la universalidad de la experiencia humana; el deseo de comerciar, el deseo de compartir de buscar conexiones entre todos nosotros. Esto es un breve recordatorio para pensar sobre la belleza intrínseca de estos objetos que han desafiado al paso del tiempo. Objetos que pretendían unir a todas las civilizaciones antiguamente no deben de convertirse en objetos que hoy en día las separen por problemas de propiedad y posesión. ¿Podremos aprender de las lecciones del pasado y construir puentes en lugar de muros, reconociendo que el verdadero legado no reside en la propiedad, sino en la comprensión y la unidad que podemos encontrar en nuestras historias compartidas?

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La museología crítica y el cambio climático

 

¿QUÉ ES LA MUSEOLOGÍA CRÍTICA?

​La museología crítica es un enfoque que redefine el museo como un espacio para el debate y la reflexión social. En lugar de ser una institución pasiva como hemos visto antiguamente, el museo es convertido en un lugar donde se fomenta sobretodo la participación activa del público, dándole un papel clave en la creación del discurso. Es decir, las piezas expuestas ya no son meramente contemplativas sino que se busca, además, despertar la conciencia crítica de los visitantes a través de una interacción más participativa y consciente. Esto se ha hecho a través de diversas formas y recursos sobretodo apostando por sistemas de exposición digitalizados y no meramente pasivos. Este nuevo enfoque, que comienza a desarrollarse con mayor fuerza a finales del siglo XX y principios del XXI, nace de la necesidad de reconfigurar el museo como un espacio dinámico y participativo, donde el público no solo observa, sino que es invitado a cuestionar y dialogar con las exposiciones y los relatos que se presentan. Un ejemplo que hemos visto es el Musée Ethnographique de Neuchâtel, en Suiza, que entre 1980 y 2006 aplicó estas ideas, poniendo en tela de juicio las formas tradicionales de representar a las culturas no occidentales y abriendo espacios para el debate sobre el colonialismo y el imperialismo.

NOTICIA Y REFLEXIÓN PERSONAL 

La noticia sobre la que hablaremos (a la cual podéis acceder clicando sobre "ver noticia" en la parte inferior derecha) trata sobre una exposición en el Climate Museum, un museo dedicado a concienciar sobre el cambio climático a través del arte. En su reciente exhibición: Climate Week 2024 en Nueva York, se presenta una pieza de arte en forma de un mapa del mundo que cambia según el ángulo desde el cual se observe. Este mapa muestra las emisiones de carbono de cada país y también revela qué países son más vulnerables a los efectos del cambio climático. El objetivo de esta pieza, entre muchas otras, es invitar a los espectadores a interactuar y reflexionar sobre las desigualdades en la crisis climática.

El Climate Museum utiliza el arte para motivar a las personas a tomar acción y comprometerse con la lucha contra el cambio climático. Además de obras de arte, la exposición incluye también (lo cual me ha parecido muy interesante de comentar)  una especia de "muro de pegatinas" donde los espectadores pueden escribir compromisos personales relacionados con el clima. 

En la noticia, Rebeca Schneid, autora del artículo, nos nos explica que a pesar del interés que ha generado en los asistentes y de su buena acogida en general, el museo enfrenta desafíos financieros, ya que no tiene una localización permanente y depende de unos fondos limitados. Aun así, Rebeca nos explica que los organizadores siguen apostando por esta propuesta y están buscando una acción por parte de aquellas personas interesadas y comprometidas con el tema del cambio climático.

Queridos navegantes culturales de Museos y Más Allá, al reflexionar sobre la museología crítica y su conexión con la reciente exposición del Climate Museum, es esencial considerar cómo este enfoque transforma la experiencia del museo en un acto de participación activa y compromiso social. La exhibición del mapa en 3D (que podréis ver clicando en el emoticono de la cámara), muestra las desigualdades en las emisiones de carbono y la vulnerabilidad de los países ante el cambio climático, es un claro ejemplo de cómo el arte puede ser un  poderoso vehículo para despertar conciencias entre las masas. Y, como no se trata  tan solo de contemplar un objeto sino que se trata de entender y cuestionar el contexto en el que vivimos y nuestras responsabilidades dentro de él.

La dinámica del “muro de pegatinas” (del cual podréis observar una foto al lado izquierdo) es particularmente reveladora. Este recurso invita a los asistentes a ser partícipes activos, expresando sus compromisos individuales y creando una comunidad de acción. En este sentido, el Climate Museum no solo informa, sino que empodera, y su enfoque resuena con los principios fundamentales de la museología crítica: un museo que actúa como un espacio para el diálogo y la reflexión, en lugar de ser solo un contenedor de objetos. Esta interacción activa entre el arte, la ciencia y el compromiso social es lo que transforma la experiencia museística en algo realmente significativo.

En conclusión, la museología crítica y las exposiciones como las del Climate Museum nos invitan a reflexionar sobre nuestro papel en el mundo y cómo podemos actuar para hacer frente a las crisis actuales. Nos recuerdan que el museo no es solo un lugar para ver y contemplar y sino un espacio para reflexionar y, además: actuar. Es nuestra responsabilidad como sociedad transformar nuestra conciencia en acción para poder ver cambios en temas tan graves como el cambio climático y, además es importante que la sociedad y la cultura den un paso hacia adelante, hacia un nuevo futuro y, de esta manera, utilizar el arte como una herramienta para formentar el cambio. La museología crítica, además de bellas obras y espacios también nos ofrece a cada uno de nosotros el poder para ser un agente activo en el cambio, en la lucha por un futuro más sostenible y sin duda, mejor para nosotros y para aquellos a quienes les dejamos el mundo. 

                                                                                                               Autora: Elisabeth Orejas Ramón

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HABLEMOS SOBRE LA CONSERVACIÓN

La conservación preventiva: proteger sin tocar

La conservación preventiva es el conjunto de estrategias y acciones indirectas destinadas a evitar o minimizar el deterioro de obras y objetos de valor cultural. A diferencia de la restauración, que implica intervención directa en el objeto, la conservación preventiva se enfoca en mantener un ambiente óptimo alrededor de las piezas para preservar su integridad a largo plazo sin alterarlas físicamente.

Para lograrlo, se controla factores ambientales como la luz, la temperatura, la humedad y la calidad del aire. También se toman medidas contra posibles riesgos, como la protección contra plagas, la vigilancia de contaminantes atmosféricos y la planificación para eventos imprevistos (inundaciones, incendios, etc.). La conservación preventiva es fundamental en museos y archivos, ya que permite prolongar la vida útil de las obras, asegurando su accesibilidad para generaciones futuras.

La conservación curativa: reparar daños sin comprometer la esencia

La conservación curativa es una forma de intervención directa que se aplica a objetos culturales cuando ya presentan algún tipo de daño o deterioro visible. Su objetivo es detener o ralentizar procesos dañinos que afectan la estructura del objeto, reforzarlo y, en ocasiones, restaurar parte de su estabilidad física.

Este tipo de conservación incluye tratamientos específicos para reparar y estabilizar la obra, como consolidar materiales frágiles, eliminar elementos corrosivos o limpiar suciedades que comprometen la integridad de la pieza. La conservación curativa requiere un diagnóstico detallado del estado de la obra y una planificación cuidadosa, ya que las intervenciones suelen ser irreversibles. A través de estos tratamientos, se busca prolongar la vida de las obras, asegurando que puedan conservarse en las mejores condiciones posibles para el futuro.

La restauración crítica: Autenticidad ante todo

La restauración crítica es un enfoque de restauración de bienes culturales que busca preservar la autenticidad histórica y estética de una obra, respetando tanto su valor documental como su integridad visual. Desarrollada principalmente por Cesare Brandi, esta metodología prioriza intervenciones mínimas, perceptibles y reversibles, de modo que cualquier restauración realizada pueda distinguirse del original sin alterar su esencia. La restauración crítica defiende el respeto por las “cicatrices del tiempo” en una obra, reconociendo que los signos de su evolución histórica y los añadidos legítimos son parte fundamental de su identidad cultural.

Conservación preventiva: un viaje hacia el cuidado del patrimonio

Queridos lectores de Museos y Más allá, durante esta nueva entrada de blog hablaremos acerca de la conservación preventiva en relación a una noticia de actualidad (que podéis ver haciendo clic sobre "ver noticia" abajo a la izquierda). La conservación preventiva es mucho más que una técnica; es un verdadero compromiso con el legado cultural que nos han dejado generaciones pasadas. Esta práctica, que busca garantizar la preservación de los bienes culturales a largo plazo, se ha vuelto fundamental en un mundo donde el tiempo, la contaminación y el descuido pueden convertirse en enemigos invisibles. Pero, ¿qué implica realmente esta forma de cuidado?

Imaginemos por un momento que cada objeto en un museo tiene su propia historia, su propia esencia que contar. Desde una pintura del Renacimiento hasta un simple utensilio de la vida cotidiana de épocas pasadas, cada uno de estos tesoros nos ofrece un pedazo del rompecabezas de nuestra humanidad. La conservación preventiva se convierte, entonces, en una especie de guardianía, un esfuerzo colectivo por mantener vivas esas historias para las futuras generaciones.

El artículo "Conservación preventiva: una acción esencial para garantizar el futuro del patrimonio" nos revela cómo esta práctica ha ido evolucionando. Ya no se trata simplemente de reparar lo que se ha dañado, sino de adoptar un enfoque proactivo. Esto incluye desde el control de las condiciones ambientales (como la temperatura y la humedad) hasta la educación del público sobre la importancia de tratar con respeto los objetos que se exhiben. En esencia, y según mi criterio, considero que  es un acto de amor hacia el patrimonio cultural que nos define.

Pero, ¿por qué es tan relevante en nuestra era moderna? Anteriormente en el blog hemos hablado acerca de la contemporaneidad como algo más fugaz, quizás incluso como una época en que hemos perdido la esencia, ahora vivimos en un tiempo donde la velocidad y la inmediatez parecen dominar nuestras vidas. Sin embargo, la conservación preventiva nos invita a desacelerar y reflexionar. Nos recuerda que el tiempo tiene su propio ritmo y que cada objeto necesita su espacio para ser comprendido y apreciado. Este enfoque no solo garantiza que los objetos sobrevivan, sino que también nos conecta con ellos de una manera más profunda.

Reflexionando sobre el papel de la conservación preventiva, me gustaría meditar (y que os toméis un par de minutos para reflexionar acerca de esto): ¿estamos realmente siendo conscientes del valor de lo que nos rodea? En un mundo inundado de información y distracciones, es fácil olvidar que detrás de cada objeto hay un significado que trasciende su forma física. La conservación preventiva no solo protege el patrimonio, sino que también fomenta una cultura de aprecio y respeto hacia nuestra historia.

Es fascinante pensar en cómo esta práctica se entrelaza con la misión de los museos contemporáneos. En ellos, la conservación preventiva se convierte en una herramienta vital que enriquece nuestras experiencias como visitantes. Nos invita a detenernos, a observar y a valorar no solo lo que vemos, sino también lo que implica el acto de ver. ¿No es esto , queridos lectores, una forma de arte en sí misma?

A medida que avanzamos hacia un futuro incierto, la conservación preventiva nos ofrece una luz en medio de caos digital y el consumismo desenfrenado. Tal como el filósofo contemporáneo Byung-Chul Han menciona, vivimos en una época donde el tiempo se ha vuelto fugaz y superficial. La conservación preventiva nos ayuda a desafiar esa tendencia, recordándonos que hay belleza en lo duradero y en lo que requiere cuidado y dedicación.

Así que, queridos lectores de Museos y Más Allá, los invito a reflexionar sobre esta cuestión: ¿cómo podemos nosotros, como individuos, contribuir a la conservación preventiva en nuestra vida cotidiana? Cada gesto cuenta, desde el respeto hacia las colecciones en los museos hasta la promoción de prácticas sostenibles en nuestras comunidades. En un mundo que a menudo parece girar demasiado rápido, quizás el verdadero acto de maravilla se encuentre en cuidar y preservar lo que nos une a nuestra humanidad. Después de todo, tal y  como vimos en el blog acerca de Las Cámaras de las Maravillas, lo extraordinario puede estar, y está, escondido en los lugares más simples y cotidianos. ¡Nos vemos pronto estimados navegantes culturales!

Autora: Elisabeth Orejas Ramón

                                                                                                                                                             

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ENTRADA de BLOG III

La Democratización del Conocimiento en los Museos

Se refiere al conjunto de iniciativas y estrategias desarrolladas por los museos para garantizar que el acceso al conocimiento, las colecciones y los recursos culturales sea equitativo y universal. Esto incluye la eliminación de barreras económicas mediante entradas gratuitas o reducidas, la adaptación de las actividades a públicos diversos (personas con discapacidades, comunidades marginadas o minorías culturales) y la creación de programas específicos que fomenten la participación inclusiva. Este concepto aboga por que el patrimonio cultural sea un bien común al servicio de toda la sociedad.

El Reto de Comunicar el Arte

Es el desafío que enfrentan los museos al transmitir los valores, significados y contextos de las obras de arte a una audiencia amplia y diversa. Consiste en encontrar un equilibrio entre mantener el rigor académico y emplear un lenguaje claro, accesible y atractivo. Esto incluye recursos como cartelera, guías de sala, catálogos y medios digitales. Además, implica considerar factores como el tiempo limitado de atención de los visitantes y la necesidad de conectar emocionalmente con el público, sin sacrificar la profundidad del contenido.

La Mediación Cultural como Puente

Es la práctica mediante la cual los museos crean vínculos significativos entre las colecciones y los visitantes, facilitando la comprensión, interpretación y disfrute del patrimonio cultural. En países como Francia y España, la mediación cultural se destaca por sus métodos innovadores, como visitas teatralizadas, talleres interactivos o programas educativos personalizados. Este enfoque convierte al museo en un espacio dinámico de diálogo y aprendizaje, donde las obras de arte y los objetos adquieren relevancia personal y social para cada visitante.

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Democratizar el conocimiento para el cambio social

Queridos lectores de Museos y Más Allá, en esta nueva entrada de blog exploraremos el apasionante tema de la democratización del conocimiento, inspirado en el artículo "Democratizar el conocimiento para lograr un cambio social". Este concepto trasciende la idea de simplemente proporcionar acceso a la información; se trata de un esfuerzo consciente y colectivo por empoderar a las personas para que utilicen ese conocimiento en la construcción de un mundo más justo e inclusivo.

Este artículo analiza la iniciativa Ashoka Learning Ecosystem (ALE), una plataforma de aprendizaje que promueve el emprendimiento y la innovación social en el mundo hispanohablante. A través de contenidos interactivos y herramientas prácticas, ALE busca desarrollar habilidades clave como la empatía, la creatividad y el pensamiento crítico. Más allá de ofrecer recursos educativos, esta plataforma plantea un modelo de aprendizaje dinámico, orientado a inspirar a los usuarios para que se conviertan en agentes activos de cambio. En mi opinión, lo más interesante de esta iniciativa es su enfoque en las conexiones humanas y en la acción comunitaria. No se trata tan solo de enseñar, sino de crear un ecosistema donde las ideas puedan convertirse en proyectos reales que beneficien a la sociedad. Es una forma de recordar que el conocimiento, lejos de ser un privilegio, es un derecho fundamental y una herramienta poderosa para la transformación y que tal y como dice la autora del texto - y cito textualmente -: "En este momento histórico, debemos imaginar la democratización del conocimiento como un museo vivo y en constante evolución potenciado por la tecnología. En este museo vivo se comparten saberes que no solo informan, sino que también motivan e inspiran a las personas a tomar acción."

En un mundo marcado por la velocidad, la inmediatez y el consumo de información superficial, la democratización del conocimiento nos invita a replantear nuestras prioridades. Como ya sabréis de blogs anteriores, este es un espacio para poder, además de aprender, pensar, de este modo os invito a que reflexionéis: ¿Estamos realmente utilizando la información que tenemos a nuestro alcance para crear impacto? ¿O simplemente navegamos en la superficie, sin profundizar en lo que verdaderamente importa? Como hemos mencionado en los blogs anteriores, los museos tienen un papel crucial en este proceso. Son espacios donde la democratización del conocimiento se hace tangible, conectando a las personas con su patrimonio cultural y fomentando el entendimiento crítico. Pero esta democratización no se limita a los grandes espacios culturales; también podemos aplicarla en nuestras vidas cotidianas. Por ejemplo, promoviendo el acceso igualitario a la educación, participando en iniciativas comunitarias o simplemente compartiendo conocimiento de manera abierta y generosa y es que: "La democratización del conocimiento es, en esencia, un acto de cuidado colectivo hacia nuestra humanidad compartida. Nos enseña que el aprendizaje no tiene que ser solitario ni exclusivo, sino una experiencia compartida que beneficia a todos".

A modo de conclusión, queridos navegantes culturales, les dejo una pregunta para reflexionar: ¿cómo podemos contribuir a democratizar el conocimiento en nuestras comunidades? Tal vez la respuesta esté en pequeños gestos, como compartir libros, organizar talleres gratuitos o simplemente invitar a otros a unirse al diálogo. En un mundo cada vez más fragmentado, el acto de construir puentes a través del conocimiento es, sin duda, un verdadero acto de esperanza.

¡Nos vemos pronto en la próxima entrada de Museos y Más Allá! Y recuerden, como vimos en nuestro análisis sobre las Cámaras de las Maravillas, lo extraordinario se esconde en los gestos más simples de generosidad. 

Autora: Elisabeth Orejas Ramón

Modern Architecture

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